lunes, 7 de abril de 2008

Golpe de estado: 23 F



Durante la Transición hubo varios intentos de golpe de estado. Normalmente eran planes de intervención militar urdidos por oficiales que tenían la pretensión de influir políticamente en la gobernación del Estado. El Ejército fue una institución que había gozado de mucho poder e influencia durante la Dictadura de Franco y una parte importante de sus oficiales veían con temor el proceso de apertura democrático abierto. Su atención se centraba en el rechazo al proceso de concesión de autonomías a las regiones y las nacionalidades conforme a lo dispuesto en la Constitución de 1978, y la forma que se seguía para luchar contra el terrorismo. ETA, en esos años, recrudeció su actividad y tuvo a miembros de la Policía, la Guardia Civil y el Ejército como principales blancos. Las acciones golpistas fueron alentadas por grupos políticos de extrema derecha, especialmente por partidos políticos como Fuerza Nueva o diarios como El Alcázar y El Imparcial.

No obstante, el más grave de los intentos fue el producido el 23 de febrero de 1981: el Teniente Coronel Tejero entró con un grupo de guardias civiles en el Congreso de los Diputados e interrumpió la votación de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como Presidente del Gobierno. Mal organizado, el golpe de estado fue desbaratado en horas. La posición del Rey, Jefe de las Fuerzas Armadas, oponiéndose al acto de fuerza, fue determinante en su fracaso. Se detuvo a una veintena de implicados, casi todos oficiales del Ejército, entre los que destacaban Alfonso Armada, antiguo preceptor militar del Rey, y Jaime Milans del Bosch, Capitán General de la Región Militar con cabeza en Valencia.


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