El poder político siempre ha tenido particular interés por controlar la información en la sociedad. Si nos referimos al caso de regímenes totalitarios, esta preocupación es aún mayor, y algo peor aún, apenas existen contrapesos o límites para su ejercicio. Hemos visto a lo largo del curso como, por ejemplo, en las dictaduras fascistas de Italia y Alemania, el cine fue utilizado como instrumento de propaganda de forma extremadamente hábil, por ejemplo, en la difusión del antisemitismo. En los régimenes dictatoriales comunistas la propaganda también ha ejercido un papel muy relevante, más aún en el contexto de la Guerra Fría en Europa donde el enfrentamiento entre los dos bloques tuvo una importantísimo dimensión propagandística, de exaltación de los valores ideológicos propios y de crítica y degradación de los del adversario. Good Bye, Lenin (Becker, 2003) nos muestra muchos y muy buenos ejemplos de cómo la radio y la televisión fueron instrumentos de propaganda en las dos Alemanias durante la Guerra Fría. De hecho, Alex utilizó la televisión para transmitir a su madre la ficción de la pervivencia del carácter comunista de la República Democrática Alemana (RDA) entre la Caída del Muro de Berlín y la Reunificación. Para lograrlo, Alex incluso llega a recurrir al concurso del primer cosmonauta alemán, de la RDA, Sigmund Jahn.
La Rundfunk der DDR (radio pública) y la Deutscher Fernsehfunk (DFF, televisión pública) cumplieron la labor de transmitir los "logros" de la construcción del socialismo en la RDA. Esta difusión no se hacía únicamente entre los ciudadanos de la Alemania oriental, sino también de Alemania occidental, especialmente a través de las emisiones de Radio Berlín Internacional.
No obstante, también los ciudadanos de la Alemania oriental pudieron seguir emisiones de medios de Alemania occidental, pese a las interferencias de la señal que se hacían desde la RDA. Muchos ciudadanos de Alemania oriental, de modo discreto y/o clandestino, pudieron seguir emisiones de televisión de la RFA o de la misma Deutsche Welle.
En medio de esta guerra de propaganda en radio y televisión, también hubo algunos hechos muy curiosos. Uno de los más significativos lo aportó el programa infantil Sandmännchen (hombre de arena), del que había dos emisiones distintas alrededor de la misma idea y personaje de ficción, una en Alemania occidental, y otra para la Deutscher Fernsehfunk de la RDA. Una de las mejores escenas de Good Bye, Lenin recoge la emisión del programa mientras Alex y sus dos hermanastros hijos del padre se encuentran en la casa de este último en Berlín occidental.
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