lunes, 4 de julio de 2011

"Quieto todo el mundo" y "Todo el mundo al suelo"


Tal vez las imágenes más conocidas de la transición democrática española: las de la entrada en el Congreso de los diputados,del teniente coronel Tejero al mando de un grupo de guardias civiles, en mitad de la votación (segunda) del candidato a la presidencia del gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, tras la dimisión de Suárez unas semanas antes. La radio y las cámaras de TVE, que captaron el instante más conocido del 23F, mostraron con crudeza la acción de fuerza de  un grupo de militares que perpetraban un intento de golpe de estado a la usanza tradicional de los pronunciamientos del siglo XIX. De hecho, la escena recordaba, y no poco, el golpe del general Pavía durante la Primera República, imágenes de un España superadísima históricamente de pronunciamientos militares. 

Seguimos con nuestra serie de frases históricas de los últimos 50 años de la Historia de España y obviamente Tejero tiene una posición destacada. Su entrada de Tejero, pistola en mano, está para muchos españoles asociada a la frase "Todo el mundo al suelo", que pronunció poco después de acceder con sus hombres al hemiciclo y dirigirse al presidente de la cámara, en ese momento presente, Landelino Lavilla. Sin apuntarle con el arma pero sí con ella desenfundada y en disposición de posible uso, Tejero pidió en voz en grito que los diputados, los periodistas y demás presentes permaneciesen en el espacio, para lo que usó la expresión: "Quieto todo el mundo". Prácticamente, en medio del asombro y del temor, casi todos hicieron caso a la orden, con las significativas excepciones del entonces aún presidente del gobierno, Adolfo Suárez, y especialmente del vicepresidente y ministro de defensa, el teniente general Gutiérrez Mellado. Éste se dirigió directamente hacia Tejero demandándole una explicación de los hechos. Fue entonces cuando Tejero pronunció la celebérrima frase "Todo el mundo al suelo", que precedió la ráfaga de disparos al techo de varios de los asaltantes y que forzaron a casi todos los diputados a esconderse tras sus escaños y tirarse al suelo. 

Las frases de Tejero, obviamente, no fueron fruto de elaboración intelectual alguna, sino fruto de las circunstancias, del devenir de las cosas en una situación de extremada tensión. No obstante, su valor simbólico es notable, principalmente la última, pues se conminaba a los diputados, representantes de la soberanía nacional o popular, a realizar un acto, el de tirarse al suelo, particularmente vejatorio, cuya consecución final se forzó con el uso de las armas de fuego, aunque sin ánimo aparente de producir daño personal. Al final no se produjo ninguna muerte ni hubo herido grave alguno, sí alguno leve, como el diputado nacionalista canario Fernando Sagaseta, por la  rotura de las cristaleras del techo del hemiciclo. A día de hoy, y como recuerdo de ese suceso, cualquier visitante puede aún advertir los efectos de los disparos en el techo y sus pinturas murales. 

Imagen panorámica del hemiciclo (incluida bóveda) con motivo de jornada de puertas abiertas.

La figura del protagonista principal del asalto al Congreso, Antonio Tejero, fue detenido, juzgado y condenado por su participación en los hechos. Recientemente su figura y los hechos han sido objeto de tratamiento detenido y riguroso en 23-F La película (Chema de la Peña, 2010). Imprescindible. 

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