Hace unas semanas inauguramos una serie de post dedicados al repaso de conceptos clave de Historia del Mundo Contemporáneo. El número de visitas al post que en su momento dedicamos a dudas sobre el tema Las revoluciones burguesas fue muy alto, y no sólo de nuestros estudiantes de este curso.
Facilitamos tres sitios Web donde se hace un muy buen tratamiento del conflicto, tres en castellano y uno en inglés, eso sí, con distinto nivel de profundidad.
Guerra mundial. La Primera Guerra Mundial es el primer conflicto bélico que afecta a la casi totalidad de Europa desde las Guerras napoleónicas de principios del siglo XIX. Pero algo más, no sólo afecta a Europa, la guerra también se extiende a Extremo Oriente y a las posesiones coloniales de los estados europeos en África y Asia. No obstante, durante el conflicto, por razones lógicas, no se empleó este término, Primera Guerra Mundial, para referirse a ella, sino Gran Guerra. Realmente todas las potencias europeas se incorporaron a ella, Japón y EE.UU, los estados extraeuropeos que se habían ya industrializado.
Guerra en el mar. No sólo fue guerra continental, también lo fue marítima y aérea. En el mar la superioridad aliada en flota de superficie permitió que el bloqueo de los puertos alemanes del Mar del Norte y el Báltico fuese efectivo y la flota de superficie de los Imperios Centrales apenas pudo operar en toda la guerra. No sucedió igual con los submarinos alemanes que infringieron, principalmente en el Atlántico, un duro revés a los aliados o Entente. De entre los hundimientos, tal vez el más famoso fue el del Lusitania, en 1915, que ya hemos estudiado y que fue objeto de tratamiento en una de las primeras películas de animación de la Historia del Cine, El Hundimiento del Lusitania (Windsor McCay, 1918).
Guerra total. No vamos a entrar en la polémica historiográfica sobre la contraposición o complementariedad de los conceptos guerra total y guerra absoluta (Clausewitz). Con el término total queremos decir que hay una subordinación casi completa de todos los factores sociales, económicos y especialmente de gestión política de un estado a la guerra en la que se encuentra. La guerra no la hace un ejército, la hace un pueblo entero, todos los esfuerzos son pocos en la retaguardia y la victoria o la derrota, en cierto sentido, equivale a la supervivencia o no de la forma de organización política, a un modelo de sociedad. La Primera Guerra Mundial representa el primer gran conflicto que puede interpretarse conforme a ese criterio, especialmente en el caso de Alemania (Eric Ludendorff).
En parte, y sólo en parte, guerra ideológica. A diferencia de la Segunda Guerra Mundial, que fue una guerra ideológica muy evidente (democracia liberal y comunismo frente al fascismo), la Primera Guerra Mundial fue ideológica también, pero sólo en parte. Gran Bretaña y Francia, desde el punto de vista político, eran estados avanzados, democracias liberales bastante modernas, frente a las monarquías más bien autocráticas de Alemania (Imperio alemán), Imperio Austro-húngaro e Imperio otomano. No obstante, tanto Alemania como Austria-Hungria eran regímenes liberales, aunque no democráticos, y ni Gran Bretaña ni la Francia del momento eran regímenes democráticos equiparables a la actualidad. Todo se confunde más aún si tenemos en cuenta a Rusia, la Rusia del zar Nicolás II, casi una monarquía absoluta, que pese a su carácter ideológico reaccionario, mucho más reaccionario que el de Alemania o Austria-Hungría, fue la aliada en la Entente, hasta 1917, de Gran Bretaña y Francia. La propaganda de ambos bandos quiso atribuir el característica de ideológica a la guerra. De hecho no la tuvo.
Guerra de desgaste. Las previsiones de los estados mayores, principalmente del alemán, eran de una guerra muy corta, conforme al modelo desarrollado ya en la Guerra Franco-prusiana. Se pensaba que el uso de tecnología militar, la incorporación de la mecanización –estamos en el contexto del final de la segunda revolución industrial-, iba a acelerar el resultado final de la guerra. Fallo estrepitoso. A las pocas semanas de producirse la invasión alemana de Bélgica, el frente occidental se estabiliza. La guerra de trincheras, donde la infantería asume un papel destacadísimo, sorprende a los estrategas, y con la sorpresa, la importancia del avituallamiento. La Primera Guerra Mundial, que en las primeras semanas fue una guerra de movimientos, pronto pasa a serlo de posiciones y por ello, al dilatarse tanto la duración, una guerra de desgaste durante los cuales, en casi cuatro años, la Entente no fue capaz de doblegar fácilmente a los Imperios Centrales cuyas posibilidades de avituallamiento exterior eran prácticamente nulas.
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