miércoles, 16 de julio de 2008

Guerra Civil y represión (II): Estella, Saturrarán y Mataró

Seguimos con nuestra serie dedicada a la represión durante la Guerra Civil española reseñando algunos hechos de represión en la retaguardia que, aunque menos conocidos que los de Paracuellos y Badajoz, no dejan de ser significativos y reflejan bien el ánimo seguido de eliminación del adversario, enemigo político en este caso, durante el conflicto. Para ello nos apoyamos en documentos audiovisuales disponibles en la Red.

La represión en el País Vasco y Navarra fue particularmente dura. En el caso de Navarra, zona de fuerte implantación carlista, Mola se hizo con el poder con relativa facilidad e inició desde el momento mismo de la sublevación militar una campaña sistemática de persecución y eliminación de las fuerzas de izquierda y nacionalistas vascas. En ese ámbito hemos de situar la detención y fusilamiento del alcalde nacionalista vasco de Estella, Fortunato Aguirre. Aunque en las elecciones de febrero de 1936 la provincia de Navarra se había mostrada claramente inclinada por las derechas, no obstante, había grupos muy activos de republicanos de izquierda y nacionalistas vascos, principalmente en el sur y oeste. En el caso de Navarra, la represión militar fue apoyada por los carlistas.




Otro hecho de represión, también en la retaguardia nacional, poco conocido es el de la creación de la cárcel de mujeres de Saturrarán en enero de 1938. Situada en el límite entre las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa, fue el lugar de destino de cientos de mujeres milicianas o simplemente tenidas por las nuevas autoridades como adictas o cercanas al Frente Popular o al Partido Nacionalista Vasco. Aunque la mayoría de las recluidas fueron vascas, también se confinó allí a mujeres de Cantabria y Asturias. Al acabar la Guerra, en 1939, la población recluida aumentó considerablemente, superando en algunos momentos los dos millares. Ahora, además de presas del norte, también se incorporaron reclusas procedentes del sur peninsular. La mortandad era elevada por las malas condiciones sanitarias, alimentación escasa, malos tratos... Junto a las reclusas, en su desgraciada fortuna, en muchos casos sufrían las penalidades sus propios hijos. Aproximadamente 120 mujeres reclusas y una cincuentena de sus hijos murieron durante los seis años (1938-1944) en los que estuvo abierta la prisión a causa de las enfermedades y la desnutrición.

De otra parte en la retaguardia republicana los excesos de los milicianos eran apenas contenidos por las autoridades que, en pocas ocasiones, actuaban con la determinación y la eficacia apropiadas para contener la furia anticlerical. Aproximadamente 6.800 religiosos (clero regular, secular...) fueron asesinados en la Guerra Civil, la gran mayoría en la retaguardia republicana. Algunos de los sucesos de represión son de una crueldad inaudita como los referidos al asesinato del párroco de Mataró, doctor Samsó, o el del Obispo de Teruel, monseñor Polanco, este último fusilado cuando las tropas republicanas se replegaban hacia la frontera francesa una vez derrotadas por las fuerzas franquistas en la Campaña de Cataluña (invierno de 1938-1939).


Polémica, actualmente mucho más atenuada, ha creado el proceso general de beatificación de las víctimas religiosas católicas de la Guerra Civil española, consideradas por la Iglesia Católica como mártires, personas que murieron en defensa de su fe. Durante el periodo franquista, la Santa Sede no procedió a realizar ninguna beatificación pues temía que fuese instrumentado tal hecho por la Dictadura. Esta prevención se acentuó especialmente con Pablo VI como Papa, momentos en los que la Iglesia deseaba distinguirse de la Dictadura tras una primera fase, de la inmediata posguerra, de apoyo prácticamente incondicional. Juan Pablo II, en los años ochenta, cambió de criterio e impulsó los procesos de beatificación pendientes. Entonces fue considerada tal iniciativa como hostil por parte de algunos sectores progresistas del país, valoración que con el paso del tiempo ha ido desapareciendo e interpretándose como iniciativas de índole confesional sin mayor pretensión de significación política.


No hay comentarios: