lunes, 9 de junio de 2008

Repaso de conceptos y errores: integración en Europa y el Contubernio de Munich


Antes de esta firma, hubo un camino larguísimo lleno de dificultades y alguna frustración. La aspiración de ingreso de España en la CEE ha sido compartida por la sociedad española desde la fundación de la organización por el Tratado de Roma en 1957. Franco aspiró al ingreso y de hecho se hizo la solicitud formal en 1962. En esas circunstancias se produce la declaración de intelectuales españoles, del interior y del exilio, reunidos con motivo de la celebración del Congreso del Movimiento Europeo en Munich (1962). Gentes de ideologías diversas (conservadores, democratas cristianos, socialdemócratas, socialistas...), con la exclusión del PCE, manifiestan su voluntad de que la CEE vincule la aceptación del ingreso en la CEE a que el país se democratice.

El franquismo reaccionó de forma muy airada. Consideró traidores a los españoles que participaron en la reunión y tildó el encuentro como contubernio: El contubernio de Munich. Los asistentes residentes en España sufrieron condenas de destierro, muchos a Canarias (Fuertenventura, El Hierro...). El resultado final fue que la CEE denegó la solicitud, pero el interés económico subsistía, mutuo, de España y la CEE. En 1970, tras una larga negociación, España -ya con un nivel de desarrollo económico importante- y la CEE firmaron un Acuerdo preferencial: pactaron una rebaja fuerte de los aranceles para el comercio bilateral. España tuvo que esperar a la Transición para que su solicitud de ingreso fuese aceptada, pero la negociación fue larga y prolija, con obstáculos, tantos que finalmente el ingreso se produjo con la firma del Tratado de ingreso y Acta de Adhesión el 12 de mayo de 1985, con efectos reales a 1 de enero de 1986.

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