Pero no solamente fue el Titanic uno de los trasatlánticos que se hundieron en aquella época. Desde luego el más famoso, pero no el único. Ya nos hemos referido, con motivo de la WebQuest, a los hundimientos del Lusitania y del Britannic, términos a aclarar en nuestro blog colaborativo de la tarea, pero también al hundimiento del trastlántico español Principe de Asturias en las costas de Brasil. Canarias y los canarios también tuvimos nuestro particular Titanic: el hundimiento del Valbanera. En 1919, entre los días 9 y 10 de septiembre, se hundía el Valbanera en las costas de Cuba. Murieron casi 600 personas, entre tripulantes y pasajeros, muchos de ellos emigrantes canarios que, como otros muchos, decenas de miles, buscaban mejor vida y fortuna en América. En el caso del Príncipe de Asturias, que también pasó por Canarias, el destino era Argentina y Uruguay.
El primer puerto americano que tocó fue San Juan de Puerto Rico, y el 5 de septiembre lo hizo en Santiago de Cuba. Aunque la mayor parte del pasaje tenía como destino final La Habana, muchos más de los que inicialmente tenían previsto, desembarcaron en Santiago. Esa decisión les salvó la vida. Apenas 500 pasajeros y la tripulación prosiguieron viaje circunnavegando la isla y el día 9 de septiembre, de noche, a punto ya de entrar en puerto, se vieron sorprendidos por un espectacular ciclón tropical. El capitán optó, dadas las condiciones de mar y viento, por defenderse del temporal en alta mar, lejos de la costa. Esa misma noche, el barco embarrancó a unas 30 millas de Cayo Hueso. Un barco de guerra norteamericano divisó los restos del naufragio, pero 10 días después, el 19 de septiembre. Eran divisibles desde la superficie del mar el palo trinquete de la embarcación y dos pescantes de botes salvavidas. No se encontró ningún superviviente.
El hundimiento se vivió en Cuba y particularmente en Canarias, de donde procedía gran parte del pasaje, como una gran tragedia. Durante meses las familias desconocían de forma fehaciente la suerte de sus parientes embarcados, pues muchos, para fortuna suya, habían tomado tierra en Santiago de Cuba y no habían seguido ruta por mar hasta La Habana. Hoy están perfectamente localizados los restos de la embarcación y se sigue especulando, con muy poca base científica, sobre una causa de muerte distinta para los cuatrocientos hombres, mujeres y niños, entre tripulantes y especialmente pasaje, que sufrieron el naufragio.
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