miércoles, 15 de julio de 2009

Magnicidios frustrados y consumados del siglo XX: Alfonso XIII, Canalejas y Dato


El año pasado una novela histórica, una de las muchas que se editan pero no una más, Polvora Negra (Montero Glez, Planeta, 2008), nos permitió reencontrarnos con uno de los magnicidios -frustrados- más famosos de la Historia de España: el atentado contra Alfonso XIII y la familia real de 31 de mayo de 1906. Montero Glez, que se reconoce anarquista, hace una narración del atentado que le hizo merecedor del premio literario Azorin (2008).

Los hechos son bastante conocidos. Al paso del sequito real, que regresaba al Palacio Real tras la boda del rey Alfonso con Victoria Eugenia de Battenberg en la Iglesia de los Jerónimos, Mateo Morral, un anarquista catalán, lanzó una bomba camuflada en un ramo de flores desde la habitación de la pensión de la calle Mayor, donde se hospedaba. Hoy hay un monumento en ese mismo lugar, donde murieron 28 personas, si bien, para fortuna de los reyes, éstos salieron ilesos. De otra parte, Morral logró escapar del escenario del atentado, pero dos días después, en Torrejón de Ardoz, fue detenido. Cuando era conducido a la comisaría, Morral asesinó a su guardián y posteriormente se suicidó.
El reinado de Alfonso XIII, hijo póstumo de Alfonso XII, se había iniciado cuatro años antes, en 1902, cuando se le otorgó la mayoría de edad y pudo jurar la Constitución de 1876. Fue el suyo un reinado políticamente muy convulso, donde el único atentado de gran significación política no fue únicamente el suyo. También los presidentes del Consejo de Ministros (actualmente, asimilable a Presidente del Gobierno) José Canalejas, en 1912, y Eduardo Dato, en 1921, sufrieron atentados terroristas, en este caso mortales, también perpetrados por anarquistas. 
El reinado de Alfonso XIII, que pudo quedar fatalmente interrumpido por el atentado de 1906, se prolongó hasta 1931, cuando el rey tomó el camino del exilio tras vencer los republicanos las elecciones municipales en las principales ciudades.

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