martes, 30 de agosto de 2011

Nueva sugerencias de cine histórico: "Flame y Citron", sobre la ocupación alemana de Dinamarca y la resistencia



Seguimos con nuestra sugerencia de buen cine histórico como recurso de apoyo para la enseñanza-aprendizaje de la historia. No pretendemos realizar una propuesta completa, exhaustiva, a través de nuestra línea del tiempo de cine histórico para la enseñanza de la historia del siglo XX, pero sí de presentar algunas películas de calidad. Y seguimos, igual que en los posts anteriores, con la Segunda Guerra Mundial. Nuestra propuesta de hoy es una relativamente reciente y muy buena película danesa, precisamente centrada en la invasión alemana de Dinamarca en 1940 y las actividades de la resistencia antinazi tras la ocupación: Flame y Citron (Madsen, 2008).


La invasión alemana de Dinamarca se desarrolló de acuerdo a la operación Weserübung, que también incluyó la invasión de Noruega. El 9 de abril de 1940 las tropas alemanas cruzaron la frontera con Dinamarca y ocuparon todo su territorio en apenas unas horas. La justificación utilizada por Hitler era que, de esta manera, se evitaba una muy probable invasión aliada, de franceses y británicos, del país. El gobierno danés se rindió prácticamente sin resistencia. El ejército de Dinamarca apenas estaba formado por 15000 efectivos y el país, tras la experiencia de la Primera Guerra Mundial, se había declarado neutral. A cambio de la rápida rendición, los daneses lograron ciertas medidas de protección para los judíos de su nacionalidad y el mantenimiento del gobierno propio, con cierto margen de autonomía, y además evitaron el exilio del rey, Cristian X. Realmente la invasión de Dinamarca se justificaba tácticamente por la necesidad de contar con una base operativa eficiente para acometer la algo más complicada invasión de Noruega, país mucho más extenso y mucho mejor protegible por los aliados occidentales, como así de hecho sucedió y dio lugar a la batalla de Noruega.

Los daneses, celosos de su independencia pero con importantes vínculos históricos, económicos y culturales con Alemania, mostraron una posición expectante ante una ocupación que, al  menos en los primeros años se mostró bastante benévola, lejos de la situación de opresión brutal sufrida por las poblaciones ocupadas del centro y este de Europa. Incluso dentro de Dinamarca hubo un grupo de ciudadanos abiertamente colaboradores y bastantes jóvenes se enrolaron en los ejércitos del III Reich. No obstante, la oposición a la invasión, especialmente por parte de los más nacionalistas, fue creciente, y la resistencia se organizó con cierta eficacia, con apoyo de los aliados occidentales. Sus labores se centraron en el espionaje, facilitar la huida de judíos y otros perseguidos, y el sabotaje de las propias infraestructuras al servicio del esfuerzo de guerra de Alemania. La película Flame y Citron relata muy bien este estado de cosas.



De hecho la benévola ocupación de 1940 se convirtió en fuertemente opresiva hacia 1942 y 1943. En este último año, los alemanes disolvieron el gobierno danés propio, donde la influencia de los nazis del país era irrelevante. De hecho, en las elecciones parlamentarias de 1943, los nazis daneses apenas lograron el 2 % de los votos, un ejemplo de la impopularidad de los invasores. También se endurecieron las exigencias productivas danesas para mejorar la situación de la economía de guerra alemana. En 1944 la represión fue aún mayor pues los alemanes optaron ya directamente por disolver la policía danesa, de la que desconfiaban, y reemplazarla por la propia, la Gestapo, con la colaboración de la milicia fascista danesa. En 1945, prácticamente al mismo tiempo que se produce el hundimiento del III Reich, Dinamarca es liberada por los aliados.

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