Aterrador documento original del uso de la propaganda audiovisual por los nazis para atizar el sentimiento antisemita de los alemanes. Ya sabemos quién está detrás, el ya muy conocido por nosotros Ministro de Propaganda nazi, Goebbels.
Pero Hitler no sólo fue propagandista, también fue lector. Cuando estamos entregados a la labor de búsqueda de información sobre la vida de Hitler, desde la Primera Guerra Mundial hasta sus últimos días en el búnker, para escribir el último capítulo de su diario, El País publica hoy la noticia según la cual el líder nazi fue un frenético lector de libros. Así al menos lo recuerda el historiador Ryback en su libro La biblioteca privada de Hitler.
El hecho de que Hitler leyese mucho y que su biblioteca tuviese la friolera de más de 16.000 títulos –nada que se pueda comparar en número con nuestra escuálida biblioteca del centro- no fue garantía ni mucho menos de pluralismo en sus lecturas. Más bien buscó en los libros la confirmación a sus pensamientos fanáticos y no el contraste o la confrontación de sus ideas con otras. Las suyas, las propias, ya lo sabemos, se recogieron en su obra clásica, Mein Kampf (Mi lucha), escrita durante su paso por la cárcel tras el fracaso del golpe de Munich.
Sorprende, no obstante, esta afición lectora del líder nazi con la obsesión que éstos tuvieron por destruir, incluso materialmente -hogueras públicas-, los libros de filósofos, literatos… que a través de sus obras entraban en contradicción con el programa máximo del partido nazi, judíos incluidos, claro. Las imágenes del documental son un buen ejemplo de ello.
Golpe de Munich, Mein Kampf… Tenemos más de cincuenta términos por aclarar a lo largo de esta semana (clase del jueves incluida en Medusa) en nuestro blog de grupo para la redacción final de la tarea de la Webquest La secretaria de Hitler.
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