sábado, 5 de diciembre de 2009
Hace apenas unos meses fue actualidad el estreno de la película documental Bucarest, la memoria perdida (Albert Solé, 2009), un retrato biográfico familiar de un singular enfermo de Alzheimer, Jordi Solé Tura, de la mano de su hijo, Albert, nacido en el exilio.
El pasado viernes 4 Solé Tura falleció y con él uno de los siete ponentes de la Constitución Española de 1978. Su muerte se suma a la no muy lejana en el tiempo de Gabriel Cisneros, de modo tal que ya sólo quedan entre nosotros cinco de los diputados que, entre 1977 y 1978, elaboraron la ponencia de la Constitución, el texto de partida que fue utilizado ya por los plenarios del Congreso de los Diputados y el Senado para dar forma al texto que, el 6 de diciembre de 1978, hace justo hoy 31 años, el pueblo español ratificó en referéndum.
Solé Tura fue ponente en representación del grupo parlamentario comunista, formado por el Partido Comunista de España (PCE) y Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC). Precisamente pertenecía a este partido, como diputado por la provincia por Barcelona. Solé Tura era, además de un conocido dirigente comunista, que había sufrido persecución, exilio y cárcel durante la Dictadura de Franco, un experto en Derecho Constitucional. Su peripecia personal le hizo testigo y protagonista de la oposición antifranquista y las luchas intestinas de poder entre los comunistas españoles en la clandestinidad y el exilio. Como diputado constituyente, recién iniciada la Transición, su contribución fue muy importante, especialmente desde la perspectiva de incorporar al consenso (acuerdo) constitucional a la izquierda, especialmente los planteamientos que por entonces eran dominantes entre los comunistas y CC.OO., de democracia participativa y reforma social. También junto a Miquel Roca i Junyent, nacionalista catalán, promovió con éxito la incorporación del término nacionalidades, distinguiéndolo de regiones, para identificar el sentimiento de identidad de territorios como Cataluña, el País Vasco o Galicia, que contaban con un precedente de autogobierno durante la Segunda República, y el desarrollo del Título VIII con la previsión, hoy presente, del Estado autonómico.
De otra parte, un singular acto desarrollado el pasado viernes, la lectura de artículos de la Constitución por parlamentarios, algunos personajes famosos y estudiantes de enseñanza secundaria y bachillerato de diversos centros de España, deparó algún elemento sorpresivo. Dos jóvenes, uno del Colegio Asunción Cuestablanca, y otro del Colegio Los Sauces, al leer desde el estrado del Congreso, incorporaron al texto constitucional objeto de lectura alguna reflexión personal propia adicional. En el primero de los casos, de crítica a la actuación de los sindicatos en la actual situación de crisis económica; el segundo, de reivindicación del exilio silenciado. Obviamente no entramos aquí, faltaría más, en la valoración de ambas intervenciones que, si algo merecen, es el valor de constatar que nuestros jóvenes estudiantes hacen, por fortuna, desde perspectivas ideológicas distintas, interpretaciones críticas de la Constitución y la actual situación política, circunstancias históricas recientes, etc. Pues nada, animarlos a éstos y a otros muchos más a eso, a expresar sus opiniones en una sociedad que ha de construirse desde la libertad de expresión, respetuosa siempre, desde luego, del pluralismo.
Publicado por Luis Miguel Acosta en 23:50
Etiquetas: actualidad, constitución
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